Suposiciones y razonamientos
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Suposiciones y razonamientos
Fernando Pascual | fpa@arcol.org
Pensamos de muchas maneras. A veces desde emociones más o menos intensas. En otras ocasiones desde lo que escuchamos, vemos o leemos. O tal vez lo hacemos a partir de la atención que dirigimos hacia hechos del pasado o del presente que empezamos a considerar de un modo más profundo y (esperamos) más adecuado.
En muchos de nuestros razonamientos trabajamos desde suposiciones. Suponemos, por ejemplo, que el autor de un libro científico no quiere engañar, que busca la verdad. Suponemos que las agencias de noticias obtienen sus informaciones de modo honesto y las ofrecen, sin manipulaciones, al gran público. Suponemos que los médicos son competentes y que dan indicaciones buenas para curarnos o para soportar ciertas enfermedades de modo aceptable. Suponemos que...
Otras veces las suposiciones no son tan positivas. Hay quien supone que los medios informativos son mentirosos casi siempre, o que los médicos no son honestos y buscan vender medicinas que no sirven realmente para curar a la gente, o que los escritores de libros (incluso científicos) están más atentos a ganar la atención de la gente y menos interesados en presentar cómo es realmente este mundo en que vivimos.
Entre la enorme variedad de suposiciones con las que pensamos nosotros mismos y quienes están a nuestro lado, algunas nos llevan a errores más o menos graves, otras no causan daños serios pero tampoco ayudan, otras pueden ser benéficas. Muchas (entre los tres grupos apenas mencionados) pueden no tener ningún valor, porque han surgido en nosotros sin fundamento en la realidad.
Así, hay quienes piensan que todos los miembros de una determinada religión son intolerantes y agresivos, cuando quizá nunca han entablado un trato serio con personas de esa religión. O quienes suponen que todos los científicos defienden una determinada teoría sobre el origen del universo, cuando nunca han leído ningún estudio serio sobre las teorías actualmente sostenidas por los investigadores. O quienes analizan todo desde una perspectiva escéptica, tal vez creyendo que los demás mienten y engañan, sin que estos nuevos escépticos sean capaces de mostrar un razonamiento válido para sostener su punto de vista.
Reconocer qué suposiciones han penetrado en nuestras almas, identificar entre ellas cuáles carecen de fundamentos y cuáles pueden ser falsas, ayudará a organizar mejor nuestros razonamientos, a evitar conclusiones apresuradas o engañosas. Entonces podremos vivir con un espíritu sanamente abierto a la búsqueda de datos y de amigos buenos que nos permitan acercarnos, poco a poco, hacia verdades que nos ayuden en las mil circunstancias y preguntas que afrontamos a lo largo del camino de la vida terrena.
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