Cuando las cosas funcionan
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Cuando las cosas funcionan
Fernando Pascual | fpa@arcol.org
Cuando hay baches en la carretera. Cuando los semáforos no están bien sincronizados. Cuando se forman charcos enormes bajo los puentes. Cuando no se ven con claridad las líneas que separan los carriles... Entonces, nos damos cuenta de que ha faltado responsabilidad, eficacia y trabajo serio para que las cosas funcionasen como tendrían que funcionar.
Pero cuando la carretera está sin baches, y los semáforos funcionan bien, y no hay charcos gigantes después de las tormentas, y las líneas de las carreteras están bien puestas... no siempre recordamos que detrás de cada uno de esos detalles ha habido hombres y mujeres concretos que han trabajado con eficacia para que las cosas funcionen bien.
Por eso es importante que nuestros corazones, que perciben y denuncian (la mayoría de las veces con razón) miles y miles de cosas que no funcionan, también sean capaces de reconocer que, detrás de otras miles y miles de cosas que sí funcionan ha habido mucho esfuerzo y muchos sacrificios de personas buenas, honestas, trabajadoras, serviciales.
Gracias a Dios, en el mundo, a pesar de sus fragilidades y su contingencia, funcionan muchas cosas. Tenemos electricidad en la casa. Tomamos el teléfono y nos comunicamos con familiares y amigos. Sigue "online" la computadora. Y el ascensor sube y baja cuando tenemos que mover bolsas pesadas.
Por eso, sin dejar de denunciar, correctamente, aquello que necesita ser arreglado con urgencia, vale la pena aprender a dar las gracias a quienes, día a día, consiguen que las cosas funcionen. Lo cual es posible muchas veces a costa de sacrificios grandes y meritorios, que conquistan beneficios para quienes vivimos en un mismo planeta complejo y hermoso, lleno de tantas personas que buscan simplemente ayudar a los demás desde las distintas responsabilidades que han asumido con sentido de eficacia y con alegría.
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